Se acerca el momento en el que como siempre creí, todo terminará llegando, incluso lo bueno.
Con el título de Incluso lo bueno, he cambiado completamente de tercio y al son de nuevos clarines literarios, he abandonado la novela negra para sumergirme en la novela histórica, en la que me siento realmente a gusto y cómodo.
He saltado de continente y de época, pero como he descubierto un divertido placer en esto de pasear por el tiempo y el espacio, en mi novela, la acción va de Europa a EE.UU, de Valladolid a Carolina del sur y de 1861 a 1809, sin restarle interés, veracidad y acción a la trama.
Si con el inspector Iván Pinacho, protagonista de mi trilogía Crímenes de temporada, fui incapaz de disimular la presencia en él de mi personalidad y de mi realidad cotidiana al crear el personaje, con el capitán de la caballería de Carolina del sur, John Dumas, he sido un poquito más discreto, y mi protagonista ya no tapea en el Vayco ni en el Pide por esa boquita, escucha a Blow , se deleita con las creaciones de Dasilva gastronomía, ni bebe vinos de Yllera, aunque casualmente sea rubio, tenga los ojos azules y no destaque por su altura.
Digamos que me he construido un alter ego excesivamente real en lo nítido con lo que he visualizado los sucesos que acontecen en las paginas del libro, y sobre todo su desmedido y pasional amor por Rebeca y en lo dispuesto que está a matar o a morir por la gente que quiere, y por sus valores.
Siempre me he declarado católico convencido, pero de un tiempo a esta parte intento encontrar la explicación al porqué mi dios se lo pasa tan bien jugando con mi existencia, y me lleva de una vida a otra reencarnándome en distintos hombres muy diferentes entre si, pero excesivamente parecidos en lo que les bulle en el interior del pecho. No sé...no estoy demasiado puesto en teología, pero os juro que tengo la certeza de que mucho de lo que cuento tanto en Incluso lo bueno, como en Inocentes, no es tan solo producto de mi imaginación, ya que al ponerlo en negro sobre blanco, lo he sentido, lo he recordado, lo he sufrido.
Os mantendré informados, pero al parecer , Dios mediante y si Putin lo permite, ya hay fecha y lugar para presentar esta bélica historia de amor y muerte.
Como canta este poeta urbano al que tanto admiro, y de quien me llevé un ejemplar dedicado de uno de sus poemarios, "prométeme que yo he sido el mejor de tus errores, y que si vamos a irnos es para echarnos en falta entonces".
Soy un tipo muy afortunado en mi en demasiadas ocasiones atormentada vida sentimental, y pese a que he perdido a muchas personas con las que compartí verdaderas historias de amor que darían pie a cientos de poemas y a infinidad de textos, no puedo ni quiero renunciar al recuerdo de la tarde en la que Ella me descubrió el verdadero significado de la expresión "hacer el amor", ni a la sonrisa que me volvió loco, a los ojos que encerraban un radiante y espléndido sol, a la mujer que me escribió en la pizarra cien veces lo mucho que me quería para luego borrarlo con el trapo de la mentira empapado en otros labios, ni a las caderas que bailaron al son del frenético ritmo de un corazón desbocado.
Sé que si cierro los ojos podría dibujar a carboncillo el rostro que me hizo bautizarme en una religión desconocida y no apta para indecisos ni temerosos del dios que habita en el corazón de la persona amada.
No soy capaz de olvidar según qué besos, ni de dejar de querer cuando he querido. De hecho cuanto más intento olvidar mejor recuerdo y cuanto más intento recordar más olvido el sabor de su piel, sus caricias y su forma de pronunciar mi nombre mientras se mordía los labios.
El mayor de mis errores fue enamorarme de verdad por primera vez y descubrir las mieles y las hieles del amor. Y creo que por ello siempre estaré agradecido y del mismo modo nunca me lo perdonaré.
Puede que solamente sea un empedernido romántico al que le ha tocado vivir una existencia vertiginosa, puede que solamente viva eternamente confundido, o puede que me autolesione sin remedio al pretender encontrar el sentido de aquello que en realidad no lo tiene, y si lo tiene, no es apto para un corazón extremadamente sensible.
En cualquier caso no reniego de nadie, ni tan siquiera de mi mismo.
Dudar es tan humano como errar, e incluso mucho más.
—Supongo que estarás un poquito más tranquilo después de lo de Aldemayor Golf, ¿no? pregunta Ulises directamente al escuchar al inspector Pinacho descolgar el teléfono.
—Hola, Ulises—contesta Iván sin dejarse provocar por la directora de la organización secreta que da cobertura a muchos de los asuntos de interés nacional que deben gestionarse de forma clandestina— Ya sabes, para servir y proteger. La inspectora Nogueira y yo estamos y estaremos siempre al servicio de España, aunque eso suponga que en ocasiones debamos quitar una vida, o jugarnos las nuestras.
—Madre mía—se burla Ulises—si parece que me he confundido de inspector y he llamado a Jose Luis Torrente, el de las pelis.
—Las comparaciones son odiosas—gruñe Iván—aunque mira tu por donde, me parece que Santiago Segura acertó con muchas de las críticas que esconden los guiones de sus pelis tras ese humor zafio y chabacano.
—Bueno, Pinacho, otro día nos tomamos un vino y hablamos de cine. Hoy tengo algo más importante que contarte. Acabo de recibir un aviso de Salome.
—Joder, con la señorita de inteligencia—apunta Iván realmente sorprendido—creo que se gana hasta el último céntimo de su sueldo. Espero que tengáis la decencia de premiar con incentivos a vuestros agentes secretos.
—A ver, Pinacho...ya—le corta Ulises—Salome ha confirmado con Charly y con Alma una serie de movimientos sospechosos entre los técnicos de una de las compañías de internet y telefonía móvil con las que trabajan en Castilla y León. Casualmente están recibiendo avisos para la instalación de fibra óptica en poblaciones que en la actualidad se hayan confinadas perimetralmente por los incendios que asolan la comunidad. Con acierto fingimos un control de tráfico y una de nuestros hombres al mando de un control de la Benemérita detuvo uno de los coches rotulados de la compañía tecnológica y con una peregrina excusa ordeno el registro del vehículo, encontrando bajo la rueda de repuesto Efecincoina por valor de medio millón de euros si se distribuye en el mercado negro.
—Joder...Efecincoina,ni más ni menos—se preocupa realmente Iván—.Esa droga es demoledora. Quien la consume sufre tal subidón descontrolado que cree que de pronto se han solucionado todos los problemas y se han superado todas sus limitaciones en su vida por arte de magia. Hasta ahí todo suena guay, pero es muy peligroso porque inhibe cerebralmente el control de la realidad y ha habido casos de consumidores que han saltado desde un quinto piso convencidos de poder vencer el vacío, e incluso de quien en pleno viaje ha entrado al interior de la jaula de los tigres del Zoo de Madrid para jugar con los gatitos.
—Conozco aquel dantesco episodio, Pinacho, aún recuerdo la imagen de aquel macho de Bengala masticando una pierna del adicto antes de que los guardias de seguridad pudieran dormirlo con un dardo tranquilizador.
—Desde luego los delincuentes de este país saben aprovechar el momento. Todo aquello que pueda distraer la atención general por causas de fuerza mayor o de interés nacional, como la espantosa Dana de Valencia, el reciente apagón nacional, la final de la Copa de Europa, el victoriosos discursito de Puigdemont y su posterior huida y tomadura de pelo, la detención del ex ministro de transportes, la imputación del hermano o de la mujer del presidente del gobierno...en fin...todo lo que pueda apartar la atención de los delitos comunes...no desperdician una estos hijos de puta.
—¿Cómo dices?—le afea Ulises
—Nada...que me gusta la fruta.
—Así me gusta, Pinacho. Menos vinitos y menos tapas de autor y más dieta equilibrada, que te estás echando a perder.
—Bueno, venga...a lo que estamos. ¿Qué quieres de nosotros?
—Charly y Salomé se van a reunir con el responsable de comunicación de esta empresa tapadera, con la excusa de diseñar nuevos protocolos para facilitar la labor de los tramitadores. Como no los conocen físicamente, la inspectora Nogueira y tu ocuparéis su lugar en esa reunión y aprovecharéis para averiguar cuanto podáis sobre su actividad paralela.
—Muy bien, Ulises—acepta Iván—Entiendo que mientras sigan los incendios activos van a distribuir cuanta efecincoina puedan a los miembros de su red en lugares seguros y ellos se ocuparán de aprovechar el caos en la comunidad para hacer negocios sin miedo y repartir la droga en dosis entre sus camellos lista para la venta en las calles de las ciudades.
—Si detrás de esa carita de inocente y esos ojitos azules de niño tímido al que una vez rompieron el corazón se esconde un tipo inteligente. Salomé os contactará en breve y os citará en SVAE para explicaros como proceder de cara a la reunión y facilitaros la información necesaria y documentación con el sello de la empresa. Estad atentos.
Tras colgar, Pinacho enciende un pitillo, se sirve una copa de Jesús Yllera y se arregla para acudir a una cena en el Vayco, que espera termine con un postre a al altura de las exquisiteces que le ofrecen Pablo y Almu, pero en su casa y lejos de miradas indiscretas.
Sonríe y antes de salir comprueba que su arma está debidamente municionada y tiene el seguro puesto.
Y como canta este adalid de las canciones románticas y dolorosamente acertadas que siempre parecen haber escrito para ti, el camino errante tiene miles de kilómetros de vía por delante..
Particularmente creo que hay muchas más maneras de decir amor y de darlo, no solo dos. Y mucho me temo que eso de que algunas veces recibes más de lo que ofreces, es la panacea del idealismo del amor romántico.
Dejarse amar con temor es mucho más habitual que hacerlo pase lo que pase, porque todos somos cobardes en esto del amor, todos.
Partamos de la base de que la mayoría de los sentimientos que hemos confundido con amor, no son más que sucedáneos de todo tipo, en los que el deseo, el placer, el cariño, la amistad o la empatía, juegan importantes papeles. Pero te das cuenta de que no has sabido lo que es realmente el amor hasta que la persona amada te ha dicho adiós y al escucharla hacerlo, el precio de la vida ha sufrido la mayor de las caídas en el oscilante parqué de tu corazón. Entonces ese adiós, como canta el señor Abraira, puede herir, herir de muerte, y ahí es donde sabes que lo que sentías por esa persona era realmente amor y no cualquier otra cosa.
Decir amor de verdad es tan arriesgado y peligroso como hacerlo en broma y hacer comedia, pues aunque parezca que es una estupenda coartada para disfrazar y ocultar todo tipo de errores, seguramente te terminará estallando en la cara, y si tienes algo de moral y de conciencia te robará el sueño una noche tras otra y te convertirá en el más gris de los seres humanos .
Hacer comedia y dejarse amar a medias es dulcificar una mentira, y no terminar de coger el toro por los cuernos, pero jugarse el todo por el todo implica que seguramente pierdas, y al perder la banca no perdonará ni una de las ilusiones que apostaste y arramblará con todas ellas, vaciando por completo las arcas de tu alma. Por eso la inmensa mayoría de la humanidad prefiere dejarse amar sin arriesgar sus fichas, sosteniendo los naipes con temblorosa mano y encontrando siempre la escusa perfecta para no liarse la manta a la cabeza, despojarse de la armadura y saltar a ese vacío en el que te pueden recoger los brazos de quien amas evitando el fatal golpe, o simplemente puedes reventarte contra un corazón de piedra esparciendo por todas partes pedacitos de tus destrozadas esperanzas.
También tenemos que aprender que ese O tu o nada de una de las canciones más famosas de este artista, es otro de los errores más comunes que cometemos las personas idealistas, ingenuas y jodidamente crédulas, o lo que es lo mismo, las personas románticas, porque nunca conjugamos correctamente el pronombre adecuado. El verdadero ultimátum que uno debe darse a si mismo es: o yo o nada, y comenzar entonces a mirar un poco por la dignidad, el amor propio, el orgullo y la felicidad de cada uno.
No obstante tengo que aprender a refrescar la habitación antes de tratar de dormir en estas noches tropicales que vienen cargadas de malos recuerdos, sobre todo del recuerdo del sabor de los labios equivocados, del eco de palabras que nunca debí pronunciar y de terribles incendios que consumieron por completo las hectáreas de inocencia que componían una amplia extensión en el interior de mi pecho.
Pero bueno, qué se le va a hacer. Cada uno es como es y contra eso si que es muy difícil luchar. Creo.
Creo que ya va siendo hora de que al arrimar el hombro distintas instituciones, las fuerzas y los cuerpos de seguridad del estado, y todas las personas que conforman la sociedad española, terminemos de una vez con esta espantosa lacra social que es la violencia de género.
Como canta el bueno de Miguel Campello en este tema que encabeza la entrada, nadie se merece que le dejen señales. Nadie. Y es que por desgracia cada día nos encontramos con distintas noticias a cual más triste en los medios de comunicación, en los que se nos cuenta como se han arrebatado vidas y se han destrozado las de multitud de personas que sufren las muertes de familiares, amigos y compañeros de trabajo. Y por desgracia y aunque suene terrible, también las de compañeros de universidad, instituto, colegio e incluso guardería.
El mundo ha perdido el norte y el ser humano la humanidad, y esto no podemos consentirlo.
Hay que denunciar a la menor muestra de que esto pueda estar sucediendo en nuestro entorno, y no hay que callar, pues ante la violencia de género (venga del género que venga, pues no es patrimonio exclusivo de ningún género en particular) debemos actuar con tolerancia cero.
Nadie "te pega porque te quiere", os lo aseguro, y aunque podemos apreciar a simple vista muchas evidencias físicas de ese amor mal entendido, hay señales que no se muestran en ojos morados, moratones en la piel, o labios rotos. Hay señales que no se aprecian a simple vista, creedme, doy fe, y aunque no necesitan de puntos de sutura, analgésicos o vendajes, te marcarán para toda la vida, pues es muy difícil sanar un alma maltratada, y sé de lo que hablo, por desgracia.
Con el verano y las vacaciones, con el calor extremo y los viajes a lugares lejanos del hogar, aparecen muchos nuevos y terribles casos de esta despreciable pero incontrolada violencia entre aquellos que una vez se juraron amor eterno y que con el paso del tiempo, mucho o poco, terminan regalándose dolor y sufrimiento extremo, e incluso la muerte, o lo que es aún peor, la muerte de quienes un día consideraron frutos de ese amor corrompido y desvirtuado.
¡BASTA YA!
Por favor.
Yo nunca volveré a pedir que se me quiera mucho, tan solo que se me quiera bien.
Estoy ultimando gestiones para hacer de la de Incluso lo bueno, la mejor de las presentaciones literarias que he realizado hasta la fecha.
Vuelvo a contar con la inestimable ayuda y la desinteresada entrega de la editorial Suseya, cuyo director, José Luis, siempre creyó en mi y apoyó mis proyectos, publicando la trilogía completa Crímenes de temporada y habiéndome mostrado su satisfacción al leer el manuscrito de Incluso lo bueno. Esta novelaque publicaré también bajo su sello editorial y que presentaremos el próximo mes de septiembre en un lugar emblemático de Valladolid que forma parte de la trama, es una trepidante historia de amor y guerra, ambientada en EEUU durante la fratricida contienda americana.
Y os estaréis preguntando, ¿Qué pinta Valladolid en esta historia? Pues muy bien, os invito a que os leáis la novela cuando salga a la venta. No os voy a hacer spoiler de ese.
Mi amiga y editora, Eva Melgar, quien también me ha ayudado en su corrección y desarrollo, me ha dicho que es la mejor novela que he escrito hasta el momento. Una mujer del criterio y conocimiento literario de Paz Altés, también editora profesional y además directora del departamento de publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid, me ha dado la enhorabuena tras leer el manuscrito, y a aquellos lectores de confianza a los que pido lean mis obras antes de presentarlas a la editorial, al parecer les ha gustado bastante.
No quiero generar expectativas que luego no puedan cumplirse ni mucho menos darme auto bombo, pues por mucho que pueda gustar algo de lo que escriba, nunca dejaré de considerarme el eterno aprendiz de escritor, ni de trabajar para conseguir llegar a ser el escritor que quisiera llegar a ser. Tan solo parece que he encontrado mi estilo, mi sitio, mi camino, Parece que escribir sobre este tipo de historias (que deduzco habré protagonizado en vidas pasadas dada la nitidez con las que las visualizo en mi mente, y en mi corazón), me ayuda a forjar con más acierto el acero de mi pluma.
No es necesario que recuerde lo que me apasiona la historia, lo que me gustaron siempre los valores castrenses y la milicia, y, que el amor es quizás el sentimiento que más ha marcado y definido mis vidas y al que me he entregado siempre por completo. Si pongo una parte de cada uno de estos ingredientes en una coctelera junto a una buena medida de ilusión, dos de esfuerzo y otra de esperanza y lo agito con soltura en negro sobre blanco, la mezcla seguramente resulte del agrado de muchos lectores. Y eso es lo que sinceramente espero y deseo.
Os iré contando según se acerque la fecha, pero si no se tuercen las cosas, además de con las intervenciones de editores y autor contaremos en la presentación con música en directo, actuaciones teatrales y otras sorpresas que enriquecerán el evento, el momento y mis vidas. Y es que ya lo decían en La bola de cristal, "solo no puedes, con amigos, si".
Cruzo los dedos para que todo termine llegando, incluso lo bueno.
Mientras todo esto acontece, seguiré regresando a la Judea del año 0 , para continuar con las vicisitudes del ya decurión de las legiones de Roma, Lucio Galvano.
Iván comprendió que la nueva estrategia de Ulises era ese "que todo cambie para que todo siga igual" que leyó una vez en la novela El Gatopardo, de Lampedusa.
La gente de la organización había informado a Salomé de que se diseñarían nuevos protocolos para todos los trabajadores de la empresa y todos, absolutamente todos, llevarán un arma oculta bajo la ropa o no, deberían aplicarlos evitando pensar al hacerlo, como Charlie se empeñaba en recordarles en cuantas formaciones recibían.
Iván y Clara habían recibido órdenes de mantenerse atentos a las señales que se originasen en SVAE, dado que la actualidad política y social del país estaba alcanzando cotas de delincuencia y corrupción nunca vistas antes y que para el asombro y el bochorno de cuantos honrados ciudadanos aún se resistiesen a reconocerlo, rozaban con el natural transcurrir de la administración en aquellas repúblicas bananeras que tanto habían ridiculizado los largometrajes de los más exquisitos directores americanos y europeos.
—Parece que al seguir uno de los nuevos protocolos atendiendo a una administración de fincas, Alma ha informado a Salomé de un movimientos sospechoso en Aldeamayor golf —dice Clara a Iván tras colgar el teléfono.
—Pues tu me dirás, compañera—responde Iván mientras cierra el archivo del expediente del de Runara que ha redactado en el ordenador de su despacho en comisaria—¿Y qué es lo que se espera de nosotros ahora?—pregunta satisfecho por la redacción del informe que acaba de terminar y que le estaba resultando bastante engorroso dadas las circunstancias del dichoso apagón nacional.
—Pues nos toca irnos a Aldeamayor echando virutas. Alma detectó que tras revisar el nuevo protocolo que utilizó uno de los tramitadores en prácticas, el vecino que llamó conseguiría las llaves de acceso para facilitar el paso al profesional que debía acudir al cuarto de comunicaciones de la urbanización con la excusa de instalar la fibra en un chalé de la nueva fase. Pero sospechó al darse cuenta de que esa nueva fase la lleva otra administración de fincas, no aquella por la que había entrado la llamada.
—Si los amigos de lo ajeno consiguiesen instalar un troyano en la red general, podrían hacerse con la información bancaria de todos los vecinos de la urbanización y desvalijar sus cuentas en cuestión de minutos.
—O acceder a créditos bancarios utilizando los datos personales de aquellos a quienes pudiesen hackear el ordenador.
—Nos han jodido con la ciberdelincuencia de los cojones—bramó Iván mientras comprobaba que su arma llevaba un cargador completo y una bala en la recámara, como acostumbraba cuando salía a atender algún asunto turbio.
—Pero bueno, jefe, no te preocupes—le chincha Clara—Primero tienen que conseguir introducir el virus y si no pillamos tráfico los cogeremos con las manos en la masa.
Y dicho y hecho. En cuestión de poco más de 20 minutos una bala de 9mm disparada por la Pietro Beretta del inspector Iván Pinacho atravesó el cráneo del tirador que trató de hacer lo propio al ver las placas, y extraer un arma del interior de su mono de operario de Orange con extremada pero no suficiente rapidez. El otro delincuente que en ese momento manipulaba un pequeño ordenador portátil conectado a la red, levantó las manos y obedeciendo la tajante orden de Calara, entrelazó los dedos detrás de la cabeza y se arrodilló sumiso, no pudiendo evitar orinarse encima al percatarse de que su socio había desparramado por todo el cuarto trocitos de hueso y restos de masa encefálica.
—Joder...lo he vuelto a poner todo perdido—ironizó Pinacho—vamos a pedir que los de SVAE contacten con alguna de las empresas de limpieza para las que atienden gestiones.
—Deja deja, que a saber a quien nos envían los malos si interceptan la llamada, y solo he traído un cargador—ríe Clara.
—Bueno. Vamos a llamar a los compañeros para que se hagan cargo de este estropicio y del señor Google. Si quiere—pregunta Iván al detenido con tanta sorna como mala leche—pido que le traigan unos dodotis.
El humillado informático que había cometido el error de vender sus habilidades a la persona incorrecta, tragó saliva y logró contener las lágrimas evitando derrumbarse delante de aquella pareja de maderos que le habían jodido el fin de semana y seguramente los próximos cinco años y un día.
Me he propuesto ser feliz, ya veis que tontería, que cosas tengo.
Sé que no va a ser nada fácil, pero soy un tipo muy tenaz cuándo algo se me mete entre ceja y ceja, y esto ya no es porque crea ser merecedor de ello o no, es simplemente porque he descubierto que durante muchos años y un par de vidas, he equivocado los deseos y he despilfarrado oportunidades y medios persiguiendo quimeras y caprichos que realmente no me iban a aportar esa felicidad deseada. Pero ahora he visto la luz, he descubierto mi camino, he comenzado a recorrerlo y he sido capaz de disociar lo que quiero de lo que amo, lo que necesito de lo que me ayuda a resistir y lo que puedo aportar de lo que creía ser capaz de conseguir.
Estoy aprendiendo mucho sobre el famoso y ya algo manido Ikigai, y realmente creo que encontré el mío y comencé el sendero.
También logre interiorizar algunas de las esenciales enseñanzas que todos los lectores debemos se capaces de extraer de El principito. Y además de esforzarme en mirar con el corazón, ya que lo esencial es invisible a los ojos, aprendí a amar a una rosa, no solo a querer las más hermosas flores en mi jardín.
He descubierto que soy capaz de perdonar, y de perdonarme. Que el rencor y el odio tan solo me hacen daño a mi, y he conseguido bajarme de esa escalera de ego que me llevaba a sufrir ante los comentarios y ataques de trolls y haters. De hace un tiempo a esta parte me rio con sus intentos de joderme la moral y la vida, y me descojono de que pierdan el tiempo en intentar arrojarme su inmundicia. Sé que ciertos "desconocidos" enviarán comentarios dañinos a este post, pero ya aprendí a eliminarlos sin leerlos siquiera. Y soy mucho más feliz desde entonces.
Las personas de mi entorno, hombres y mujeres, amigos y amigas, parejas, familiares, compañeros y compañeras de trabajo, educadores y jefes, me están dando tantas lecciones de vida, de amor, de capacidad y de voluntad, que me castigo por haber sido un completo gilipollas y no haberme detenido a aplaudir tantos y tan buenos ejemplos y a tratar de imitarlos. Pero ya está.
Vamos a por ello, a por la vida que un día soñé y decidí escribirme.
No me siento
ni con mucho un delator y aunque sé que “Roma no paga traidores” en esta
ocasión, el único traidor ha sido él. Javi era mi mejor amigo desde primero de
EGB pero hay cosas que un amigo no puede tolerar y creo que aunque ha sido una
medida algo drástica, a la larga me lo va a terminar agradeciendo.
La policía
lo ha detenido hace menos de diez minutos y se lo ha llevado al calabozo,
acusado de un delito de malos tratos y de violencia de género. Javi no ha
opuesto resistencia, él solo debe sentirse “muy hombre” cuando sacude a Marta.
Si soy sincero, creo que lo que más le ha molestado ha sido que se lo llevasen
esposado delante de todo el mundo.
He llamado a
la policía y lo he denunciado porque creo que, si no lo hubiese hecho yo, Marta
no lo habría hecho nunca. Llevan saliendo más de cuatro años, se conocieron en
COU y lo suyo era la crónica de una muerte anunciada. El capitán del equipo del
cole y la estudiante más guapa que además cantaba en el grupo que montaron los
del coro del colegio. Típico de película americana. Al principio las cosas iban
muy bien. Salíamos todos juntos y aunque yo pasaba algo de apuro por esa
costumbre tan suya de comerse los morros a todas horas, lo achaqué a ese amor
de juventud tan lleno de pasión y de hormonas. Los problemas comenzaron al
llegar a la universidad. Los tres nos matriculamos en la misma facultad de
Derecho y Javi empezó a gastarle a Marta bromas despectivas y machistas, como
que se alegraba de que se hubiese decidido por Derecho ya que le vendría muy
bien que alguien le planchase correctamente la toga.
Lo que
comenzó como una serie de bromas de mal gusto, se terminó convirtiendo en el leit motiv de las conversaciones de
Javi, con la silenciosa complicidad de Marta, que prefería restarle importancia
a la humillación pública antes que perder a su chico. Marta se apuntó a un
curso de cooperación con los refugiados, donde se impartían conocimientos
específicos para trabajar con este colectivo, donde la mujer era el sector más débil
y más castigado por las calamidades que acompañaban a la búsqueda de una vida mejor
y de un futuro para sus hijos. Javi se volvió un celoso compulsivo y no
soportaba que los compañeros de Marta, la llamasen por teléfono o la
acompañasen a casa después de las clases. Un lunes, Marta llegó a la facultad
con gafas de sol y al quitárselas en el aula, pude observar que, aun habiéndolo
intentado, el maquillaje no podía ocultar el moratón de la mejilla derecha. Le
pregunté que le había pasado y sin mirarme a los ojos, me dijo con voz
temblorosa que se había dado un golpe contra la mesilla de noche al despertarse
y cambió rápidamente de tema. Luego vino lo del Facebook. Ella siempre había
sido muy activa en las redes sociales, subiendo fotos de sus viajes y sus
fiestas y actualizando constantemente el estado en su muro del Facebook. De
repente dejó de escribir y de compartir fotos. Tenía más de mil contactos o
“amigos”, como se denomina a los contactos en esa red social, pero del día a la
mañana, hizo una limpieza y se quedó tan solo con familiares, amigas y los
pocos chicos que tenían también amistad con Javi. No tardó en volver a
golpearse con la mesilla de noche, en el labio. en la ceja… Las cosas cambiaron
muy deprisa. Ya no salíamos nunca en pandilla y solo quedaban ellos dos para ir
al cine, a cenar y cosas por el estilo, pero en pareja. Eso sí, Javi no se
perdía una juerga y al aparecer él sólo, justificaba la ausencia de Marta
diciendo que tenía que estudiar mucho, porque las chicas, subrayar en colorines
sí, pero entender bien los artículos del código penal ya era otra historia.
Cuando Reyes(la novia de Carlos, el delegado de clase) le afeó el comentario y
le dijo que las mujeres eran tan válidas como los hombres, para estudiar
Derecho o cualquier otra carrera, Javi le contestó de muy malos modos que no
tenía más que buscar en la historia de la humanidad a las mujeres constructoras,
descubridoras, conquistadoras, inventoras y demás. Que su ausencia no era algo
casual. Que tan solo destacaban algunas modistas, cantantes de ópera y
escritoras de novela rosa.
Javi dejó de
caerme bien y eso me dolió muchísimo, ya que desde que éramos niños, nos hemos
querido mogollón.
Esta mañana
se han desencadenado los acontecimientos, al darme cuenta de que me había
dejado el libro de Constitucional en el coche y volver al parking a por él.
Al bajar las
escaleras hacía el segundo sótano, he visto a Javi discutiendo con Marta y
justo cuando me estaba acercando a poner paz, Javi le ha dado un bofetón con el
dorso de la mano con tal fuerza, que Marta ha perdido el equilibrio y ha caído
hacia atrás, golpeándose en la cabeza contra la barandilla de las escaleras. Mi
querido ex amigo la ha dejado allí llorando y se ha ido a la cafetería de la
facultad a tomarse un botijo y a buscar a tres para un mus. Yo he tratado de
convencer a Marta de que lo denunciase, pero ella se ha enfadado mucho y no he
tenido más remedio que seguir mi código moral y mis valores, sacar el móvil y
llamar a la policía nacional.
Marta está
hecha polvo y tiene miedo de la presión social y de que en su entorno la
consideran imbécil o lo que es peor, culpable del trato que recibía por parte
de su novio. En estos años, he aprendido a valorar y a respetar la cálida
amistad de Marta y si no lo hubiese denunciado, no sería su amigo. He tratado de convencerla de que pida ayuda
profesional y de que la dependencia emocional no es positiva, pero me temo que
cree que he vendido a mi amigo y que he traicionado su amistad. No la culpo por
ello, vivía la peor de las mentiras. A veces el silencio es el cómplice
habitual de los maltratadores y hay que aprender a levantar la voz y a gritar
“basta ya”.
Cuando son varias las personas de tu entorno que no cumplen con tus expectativas al resultar no ser como pensabas, y ves que vas de una decepción a otra y que las desilusiones se amontonan en el cofre de tu alma, llega el momento de pensar bien, de analizar la situación, recapacitar y asumir que el problema es únicamente tuyo por haberte entregado en exceso, por haber dado siempre más de lo que se te pedía y por haber creído que al comportarte así, estabas cimentando amistades verdaderas, relaciones sanas y unos vínculos eternos.
Pero no.
Ha llegado el momento de empezar a mirar por uno mismo, a trabajar por conseguir esa felicidad tan ansiada que erróneamente tratabas de obtener para los demás ignorando la propia y llegando incluso a sacrificar cuanto la vida quiso regalarte por compartirlo con quien ni supo agradecerlo ni lo mereció.
Y no es egoísmo, es supervivencia.
Toca hacer un verdadero esfuerzo para cambiar la actitud, pues cuando tu naturaleza es la de castigarte por no conseguir la felicidad ajena te resultará jodidamente difícil alcanzar la tuya. Y con esto no pretendo considerarme mejor persona que nadie, ni tan siquiera una buena persona. Conozco mis limitaciones, mis innumerables defectos y mis recurrentes fallos, pero también sé que si me empeño en ello y me agarro a lo bueno que me enseñaron y me inculcaron mis padres, mi calidad humana mejorará, y solo así desarrollaré el criterio acertado para poder ofrecerme sin reservas y sin fisuras a las personas que realmente lo merezcan. Al resto de las personas con las que la vida me cruzó muy a mi pesar, no les deseo ningún mal, tan solo que sean muy felices, pero muy lejos de mi. Y punto.
Pero bueno...se acercan tiempos en los que el sol iluminará nuevas metas. A por ellas, cueste lo que cueste , pase lo que pase y le pese a quien le pese.